30 mayo 2007

LA BURBUJA EDUCATIVA

[En varias ocasiones nos hemos referido en este blog al candente tema de la nueva asignatura curricular “Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos” (cfr. por ejemplo, ## 359 y 383).

Como es bien sabido, el ejecutivo socialista ha reiterado el mensaje de que “hay que apoyar esta asignatura, porque contiene los valores cívicos que fundamentan la democracia.” Parece esencial —no sólo en esta cuestión, sino en todo lo que es importante— distinguir bien los conceptos, sin dejarse engañar por los “mensajes ideológicos”, por mucho que se repitan en la calle y en los medios.

Ese manido y cansino estribillo socialista puede ser auténtico o puede ser una falacia, según qué valores cívicos se presenten a los alumnos como supuestos “fundamentos de la democracia”. Si se enseña a vivir auténticas virtudes humanas y valores cívicos —solidaridad, justicia, veracidad, tolerancia, respeto mutuo, sobriedad, etc.—, esa asignatura tendrá un efecto positivo en la educación de los futuros ciudadanos. Pero si, por el contrario, lo que se presenta a los chicos como valores fundamentales para la democracia son aberraciones llamar matrimonio a la unión homosexual, ataques a la familia verdadera, falta de respeto a la vida y llamar logro democrático al aborto o a la eutanasia, etc.—, entonces de ningún modo puede considerarse que tenga un efecto positivo, sino que será un nefasto “experimento ciudadano”. Y como decía aquel, si quieren experimentar, ¡que experimenten con sus hijos!

Ya van apareciendo los primeros manuales y los padres, educadores y directivos de centros tendrán que estar muy al tanto de los contenidos. Por ejemplo, hace unos días me llamó la atención leer un ataque visceral —con ironía de la mala— contra uno de esos nuevos manuales. Enseguida pude aclarar la cuestión al ver que en ese libro para alumnos de 4º de ESO —de la editorial Casals, para más detalles— se daban ideas claras sobre el valor de la vida humana desde el momento de su concepción y también sobre el verdadero matrimonio, distinguiéndolo de la unión de homosexuales. No hace falta decir que el ataque procedía de un “lobby gay”. Hay otros manuales: habrá que discernir sus contenidos.

Reproducimos ahora un interesante artículo de Tomás Baviera. Dice: En su día me alegró conocer la iniciativa de ayudar a educar ciudadanos, pues la conciencia de ciudadanía ha sido una de las notas distintivas de la cultura occidental desde sus orígenes.”

Y comenta la defensa que hace Sócrates —de lo que significa ser buen ciudadano— en el diálogo que mantiene con Critón, su discípulo y fiel amigo. Sócrates desestima la propuesta de huir que le ofrece Critón, pues no quiere renunciar a su convicción moral: es preferible sufrir una injusticia antes que cometer otra.

También recuerda que Aristóteles en la Ética a Nicómaco hace ver que en lo referente a la conducta humana la persona aprende más por descubrimiento, al ver el ejemplo de otros, que por estudio de la teoría. “Las actitudes cívicas no se enseñan, se transmiten.”

Para educar buenos ciudadanos no hacen falta nuevas asignaturas curriculares, nos dirían ahora, sin duda, Platón y Aristóteles, sino el buen ejemplo y la coherencia de los que nos gobiernan: y eso sí que se echa en falta en nuestros días.]

# 390 Educare Categoria-Educacion

por Tomás Baviera Puig, Director del Colegio Mayor Universitario de La Alameda (Valencia, España)

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Últimamente la cuestión de la posible burbuja inmobiliaria está apareciendo con frecuencia en los medios de comunicación. Desde luego, parece que la caída en bolsa de Astroc puede ser un aviso. Ya no es solamente un problema para los accionistas de las empresas inmobiliarias. También afecta a los hogares, que tienen que hacer frente muchas veces a unas hipotecas desproporcionadas. El precio de la vivienda no ha cesado de subir y se está construyendo por todas partes. La pregunta que uno se hace al ver tantos edificios nuevos es si existe suficiente demanda de viviendas.

Tenemos todavía reciente el desenlace de la burbuja tecnológica. A finales de los años 90 Internet era todo promesas. Y hubo muchos que pusieron grandes expectativas en un mercado que estaba empezando a abrirse. Hubo un momento en el que se palpó la realidad de Internet: los planes de negocios vivían de sueños, y no de realidades. Se esperaban cosas de las tecnologías de la información que en aquel momento resultaban imposibles. En cambio, empresas como Google o iniciativas como iTunes han entendido el funcionamiento de Internet, lo han sabido aprovechar y actualmente son negocios maduros y rentables económicamente.

Los analistas hablan de efecto burbuja cuando existe una desproporción entre las expectativas de un valor bursátil y la realidad de la empresa correspondiente. Y a la vista de los recientes acontecimientos políticos tengo la impresión de que puede darse un fenómeno similar con las expectativas que tiene puestas el Gobierno en la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

En su día me alegró conocer la iniciativa de ayudar a educar ciudadanos, pues la conciencia de ciudadanía ha sido una de las notas distintivas de la cultura occidental desde sus orígenes. Es difícil encontrar una defensa mejor y más cabal del ser ciudadano que la que hace Sócrates en el diálogo del Critón. En esta obra, Sócrates se encuentra ya condenado a muerte y está a la espera de que la sentencia fatal sea ejecutada. Y en esta situación aparece Critón, discípulo y amigo fiel, que ha logrado organizar las cosas para que Sócrates huya de la cárcel y evite beber el veneno que terminará con su vida.

El camino de la huida conlleva el destierro. Si Sócrates escapa, lógicamente ya no podrá vivir en Atenas. Y esta posibilidad es rechazada de plano por el maestro. Prefiere morir que vivir en una población bárbara, o incluso en otra ciudad griega. El destierro supondría dar la espalda a su amor por las leyes de Atenas.

Quizá el planteamiento de Sócrates pueda chocar hoy en día. Su opción no se apoya en un sentimentalismo patriótico o en un fundamentalismo ciego. Nuestro héroe ateniense hace un razonamiento que parte de una convicción. Le dirá a Critón que “no se debe responder con injusticia, ni hacer daño a hombre alguno, ni aún en el caso de que recibamos de ellos un mal, sea el que fuere”. En efecto, Sócrates ha sido condenado injustamente a muerte debido a la envidia de algunos sofistas. Cuando Critón le ofrece escapar y no cumplir con la sentencia de muerte, la rechaza porque se trata de una injusticia. Él podría salvar su vida, pero su huida debilitaría a la ciudad. Si escapara, Sócrates, que había enseñado la obediencia a la autoridad civil, estaría dando un mal ejemplo a sus conciudadanos, y por tanto, les estaría haciendo daño. Y como “el hacer daño a la gente en nada se distingue de cometer injusticia”, y la injusticia no se debe hacer, Sócrates desestima libremente la propuesta de huir que le ofrece Critón. El condenado, incluso antes de morir, no renuncia a su convicción moral: es preferible sufrir una injusticia antes que cometer otra.

Parece ser que las expectativas que están puestas en la asignatura Educación para la Ciudadanía consisten en fomentar una serie de actitudes cívicas: tolerancia, respeto y talante democrático, entre otras. Sin duda se trata de actitudes muy deseables para nuestra sociedad. La lectura del diálogo entre Sócrates y Critón nos muestra que la decisión ejemplar del maestro está sustentada en una serie de convicciones razonadas y en una fuerza moral que le lleva a no dejarse seducir por el interés más que comprensible de salvar su vida.

Ya Aristóteles hace ver en la Ética a Nicómaco que en los aspectos de la conducta humana la persona aprende por descubrimiento, más que por acumulación de conocimientos. Así, por ejemplo, para ayudar a alguien a que viva la sinceridad, antes que explicarle en qué consiste, Aristóteles sería partidario de mostrarle a un hombre sincero. De ahí que pretender inculcar actitudes cívicas a través de impartir una serie de materias, que después serán evaluadas, puede hacer que nuestras jóvenes generaciones sufran antes o después el efecto burbuja. Las actitudes cívicas no se enseñan, se transmiten. Por eso después de 25 siglos podemos continuar aprendiendo de Sócrates, tanto de sus palabras como de su vida y de su muerte.

Es loable la preocupación del Gobierno por preparar ciudadanos desde que son jóvenes. Pero da que pensar que sea precisamente este Gobierno, que tiene tales expectativas para la futura ciudadanía, quien esté dispuesto a sentarse a negociar y a ceder ante unos terroristas que no han respetado las instituciones democráticas ni a los ciudadanos españoles. Y también da que pensar escuchar a este Gobierno los juegos de palabras que ofrece para justificar el mal llamado ‘proceso de paz’ y las cesiones consiguientes. Estas explicaciones procedentes del Gobierno evocan la demagogia de aquellos sofistas que llevaron a la muerte de modo injusto a nuestro perenne maestro ateniense. Al mismo Sócrates.

27 mayo 2007

LAICISMO CULTURAL Y ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA

[Mons. Fernando Sebastián, Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, impartió el pasado día 11 la conferencia inaugural en el II Congreso Regional de Castilla y León sobre la Enseñanza de la Religión (Valladolid, 11 y 12 de mayo 2007).

La conferencia trató sobre Laicismo Cultural y Enseñanza de la Religión en la Escuela. Junto a un recorrido histórico y una presentación de la cultura laicista, hizo después un lúcido análisis de lo que implica esa ideología —que pretende imponernos el gobierno socialista— en las mentes de los alumnos y en todo el entramado de la vida humana; les propuso un posible itinerario para acertar en su tarea de formación intelectual y les hizo también algunas sugerencias pedagógicas para la buena educación de los chicos.


Nos parece un texto muy importante y recomendamos vivamente su lectura: no es un texto sólo para los profesores de Religión, sino también para todos los padres y educadores. Reproducimos a continuación esa conferencia, que ha sido publicada en La Verdad.]


# 389
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por
Fernando Sebastián
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Introducción

Quiero manifestar mi satisfacción por estar hoy con vosotros, los profesores de religión católica en los Centros públicos de Enseñanza, porque es una manera de expresaros mi admiración y mi agradecimiento por vuestro trabajo, no sólo desde el punto de vista pastoral, que ya es muy importante, sino también, cultural y social. En estos momentos, sois la primera línea de la evangelización y estáis sosteniendo el peso de una importante continuidad cultural y social, en unas circunstancias nada fáciles. Tenéis confiada una misión muy importante en el anuncio de la fe en el mundo actual, en la educación de los nuevos cristianos, en la solidez de la Iglesia del futuro. En torno a vuestro trabajo existen muchos problemas de tipo administrativo, unos con fundamento real, otros creados un poco arbitrariamente desde la administración que no valora vuestra aportación al enriquecimiento y legitimidad de nuestra escuela pública.
A veces estos problemas nos han acaparado demasiado y no hemos dedicado suficiente atención a potenciar los valores de vuestra actuación, desde el punto de vista pastoral y cultural.

I. BREVE PRESENTACIÓN DE LA CULTURA LAICISTA

Los cristianos vivimos en el mundo, y todas nuestras actividades tienen que relacionarse con las realidades de nuestro entorno social, cultural y hasta político. Un buen ejemplo de ellos es vuestra labor en los Centros públicos como Profesores de religión. Hoy vamos a ocuparnos expresamente de cómo el ambiente cultural laicista influye en vuestra labor docente.

Simplificando un poco las cosas, podemos considerar el desarrollo de la cultura laicista en nuestra sociedad desde dos puntos de vista. Lo podemos mirar desde el punto de vista histórico, algo más superficial, teniendo en cuenta la sucesión de hechos que nos han llevado desde el predominio de la cultura tradicional católica hasta la situación actual, con un claro predominio de la cultura laicista al menos en los ambientes públicos.

1. Desde principios del siglo XIX se han ido desarrollando en España movimientos de resistencia al predominio de la Iglesia católica. Estas tendencias, que aparecen y desaparecen en nuestra sociedad, alcanzan una presencia sólida e influyente en el año 31, con el advenimiento de la IIª República. Con la caída de la Monarquía, los innovadores pretenden cambiar la orientación cultural de la sociedad española. Quieren modernizarla. Es un buen deseo. Pero no lo hacen bien. Uno de sus errores consiste en pensar que la modernización de España requiere eliminar la influencia del catolicismo y de la Iglesia católica en la vida social y cultural española, de lo cual deducen que hay que eliminar la religión como elemento importante de la cultura y de la vida del pueblo. Esta preocupación se puede comprobar asomándose a los debates del Parlamento durante la aprobación de la nueva Constitución (Cf. Víctor Manuel Arbeloa, La semana trágica).

2. Poco a poco el gobierno sucumbe a las presiones de los grupos de izquierda más radicales. La República desemboca en la guerra civil en la que se enfrentan dos formas de entender la vida y de valorar la historia de España y de los españoles. Los grupos enfrentados no supieron encontrar terrenos comunes sobre los que apoyar la convivencia. Al contrario, por las dos partes habían llegado a la conclusión dramática de que eran incompatibles. De una u otra manera los dos grupos intentaron perpetuarse eliminando físicamente al otro.

3. Durante los largos años del franquismo el enfrentamiento de la Guerra Civil permaneció en el subsuelo de la vida social, como algo oculto que se iba diluyendo poco a poco pero que nunca llegó a desaparecer del todo. Los derechos de los vencidos no fueron nunca reconocidos, ni ellos renunciaron a sus viejas aspiraciones En estos años del largo régimen franquista se produce el mayo del 68, reforzado en España con la reacción antifranquista. Recordemos como en los años setenta, en la Universidad española, se leía como un manual de pensamiento y de vida “El libro rojo de Mao” y el “Qué es ser agnóstico” de Tierno Galván. Es el momento de la recuperación del prestigio cultural en favor de las posturas anticatólicas. El agnosticismo, con sus secuelas de laicismo social o cultural, pasa a ser lo progresista, lo nuevo, y el catolicismo comienza a ser lo viejo, lo impuesto, signo de integrismo, contrario a la libertad y al progreso.

4. En la Transición Democrática se intenta cerrar la época de la guerra civil con todas sus consecuencias. Este deseo estuvo muy presente en la redacción de la Constitución. Desde el punto de vista religioso esta intención se plasma en la concepción de un Estado no confesional con un amplio reconocimiento de la libertad religiosa. En el documento que los Obispos dedican al referéndum constitucional, manifiestan que el pleno reconocimiento de la libertad religiosa no será contrario al mantenimiento de la unidad mayoritariamente católica del pueblo español. Las cosas no han sido del todo así.

5. Cuando parecía que habíamos superado los viejos enfrentamientos y que teníamos las bases para una convivencia tranquila y sin tensiones entre cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes, vemos que las tensiones y las posturas excluyentes entre católicos y laicistas vuelven a resurgir. En los últimos años se ha ido manifestando una tendencia a recuperar los viejos estilos de la IIª República, interpretando la Constitución como promotora de un Estado no sólo aconfesional sino positivamente laico y aun laicista. Esta manera de ver las cosas justifica fácilmente algunas restricciones de la libertad religiosa y unos favores de privilegio en favor de las tendencias laicistas.

Como consecuencia de estas tendencias se rompe el consenso que hizo posible la Transición y la Constitución del 78, resurge el anticlericalismo del 31, y se favorece la desautorización de la Iglesia, con un resurgimiento del laicismo agresivo y militante, que causa crecientes dificultades para la vida de la Iglesia y de los católicos. “Cuando ahora se dice que la Iglesia católica es un “peligro para la democracia” se olvida que la Iglesia y los católicos españoles colaboraron al establecimiento de la democracia y han respetado lealmente sus normas e instituciones en todo momento” (Conf. Ep. Esp. “Orientaciones morales ante la situación actual de España. n.6). A los promotores de estos cambios les interesa mucho demostrar que la Iglesia y los eclesiásticos nos situamos en la extrema derecha. Pare que, para ellos, lo que no sea socialismo y liberalismo laicista, hay que considerarlo como “extrema derecha”.

Cambios rápidos y profundos. Una verdadera revolución cultural.

Esta tendencia no aparece sólo en España. No somos una isla. Todo esto ocurre en un marco general de profundos cambios culturales y espirituales, nacidos en el seno de la cultura europea y acelerados en el contexto de las dos guerras mundiales del 14 y del 39. Estos movimientos culturales han entrado en España tardíamente, pero con una especial virulencia. A la sociedad española le han presentado de manera casi mítica las ventajas del "cambio”. No es exagerado decir que en pocos años estamos viviendo una verdadera transformación cultural y social que es una verdadera revolución.

En este contexto de cambios culturales se desarrolla el fenómeno de la secularización. Comenzó como un proceso social de emancipación respecto de los poderes eclesiásticos, digamos de las “intromisiones” de la autoridad religiosa en cuestiones claramente seculares. Las ciencias, la filosofía, la política, eran actividades humanas para las que se reclamaba la plena autonomía en relación con la autoridad de la Iglesia y la influencia de fe y de la religión en general. Entendida la secularización como el reconocimiento de la legítima autonomía del orden creacional y de las instituciones seculares, fue bien acogida en la Iglesia, como fruto de una maduración cultural legítima. Se puede decir incluso que esta inicial secularización, casi sinónimo de lo que se llama recta o sana laicidad, es un fruto positivo de la cultura cristiana.

Pero en la actualidad la secularización se presenta como la reivindicación de la negación de cualquier referencia a Dios en la vida humana, personal, social y pública. Su origen teórico nace de una visión negativa y deformada de la religión, que es rechazada como contraria a la razón científica, a la libertad y a la felicidad del hombre.

“Dentro de un cambio cultural muy amplio, España se ve invadida por un modo de vida en el que la referencia a Dios es considerada como una deficiencia en la madurez intelectual y en el pleno ejercicio de la libertad”. La razón secularista considera que la intervención de Dios y la plenitud de nuestra libertad se consideran incompatibles. Para ser libre, para ser moderno, para disfrutar de la vida hay que prescindir de Dios, liberarse de la religión y de todo lo que tiene relación ella.

Esta manera de ver las cosas, en España, implica una quiebra de la continuidad cultural, un rechazo de la mayor parte de nuestro patrimonio espiritual y cultural, una profunda innovación cultural que adquiere los caracteres de una verdadera revolución cultural. Sobre todo si fuera cierta que este cambio cultural entra dentro de los proyectos del gobierno y del partido que lo sustenta.

Análisis y consecuencias.

Para saber cómo conducirnos en la vida práctica, necesitamos ver con claridad en qué consiste esta ideología laicista que tratan de imponernos como marco de la vida social y denominador común de nuestra vida. Para exponer la fe cristiana de manera convincente y duradera ante vuestros alumnos, necesitáis conocer bien esta ideología laicista, saber cuáles son sus puntos de apoyo, sus debilidades internas, los puntos de las convicciones religiosas y cristianas más directamente afectadas. En vuestra labor docente tenéis que estar permanentemente en un diálogo implícito con estas doctrinas para aclarar de verdad y fortalecer la fe de vuestros alumnos.

En la mentalidad laicista hay muchos matices y muchos acentos diferentes. Una vez que se ha generalizado en nuestra sociedad, es normal que muchas personas, entre ellos la mayoría de vuestros alumnos, la tengan asimilada y hayan aceptado sus consecuencias prácticas, sin habérsela formulada nunca de manera teórica y refleja. Pero es innegable que la concepción laicista de la vida tiene una estructura bien definida que no siempre aparece claramente, ni siquiera la perciben con claridad muchas personas que la comparten y padecen sus consecuencias.

El dato básico y central de esta cultura, no siempre el más explícito, consiste en prescindir de la afirmación de la existencia de Dios como una referencia central de la propia conciencia. Esta afirmación queda entre paréntesis, unas veces se niega expresamente, con más frecuencia se la deja de lado como algo irrelevante que no puede ser tenido seriamente en cuenta como carente de justificación y de importancia racional y científica. Se da por supuesto que la afirmación de Dios es incompatible con una mentalidad moderna verdaderamente científica. Y digo que se da por supuesto porque no suele aparecer nunca una justificación racional de este rechazo. Más que una negación explícita y justificada de la existencia y providencia de Dios, se acepta como un dato incuestionable, impuesto por una elemental lealtad racional.

La incompatibilidad y el rechazo de la existencia de Dios no queda en el terreno de lo teórico sino que se presenta como una verdadera incompatibilidad con la afirmación del ser del hombre, con la afirmación de su núcleo personal que es la libertad. En el ateísmo contemporáneo es muy característico este rasgo, se trata de un ateísmo que no necesita una justificación teórica, es algo que se da por supuesto, y que se vive más claramente en el orden práctico del comportamiento y de la vida moral que en el orden de las ideas y de las construcciones racionales. El ateo actual vive instalado apaciblemente en el ateísmo y reivindica la plenitud de su libertad sin limitaciones ni responsabilidades trascendentales.

En la actual mentalidad laica el valor supremo es el de la libertad, y con la libertad el progreso, y como resultado del progreso el bienestar material. Puesto que no hay otra perspectiva real y firme que la de la vida temporal, la reivindicación de la libertad entendida como plena y permanente indeterminación del propio ser es el valor supremo de la existencia. Vale la pena llamar la atención sobre esto, en la cultura laicista, la libertad no es sólo una cualidad de nuestro ser, sino que es un valor, el supremo valor moral. Todo se puede justificar si es libre. “La libertad nos hará verdaderos” dijo nuestro Presidente de gobierno, rectificando y “modernizando” la doctrina de Jesús. En este cambio de perspectivas queda expresado toda la innovación del laicismo respecto de la antropología tradicional.

Como consecuencia de esta manera de pensar las categorías de bueno y malo van desapareciendo y son sustituidas por las de progresista y conservador, democrático y no democrático, apetecible o no apetecible. En cada momento, lo bueno es lo que me apetece, lo malo lo que no me resulta en este momento apetecible. No hay ni puede haber un juicio moral definitivo de las cosas, nada es estable ni definitivo. Todo depende del momento y del para quién y para qué. Entramos así en el reino del relativismo y de la inseguridad moral más absoluta, lo que es bueno para uno puede ser malo para otro, y viceversa. Lo que es malo hoy, puede ser bueno mañana. No hay una fuente de moralidad objetiva, ni universal, ni estable. La única fuente objetiva de moralidad y de los criterios de actuación es lo que democráticamente decidan los representantes del pueblo, en cada momento. Ellos son los representantes, la conciencia activa de una sociedad autosuficiente y dueña de sí misma, sin referencias a ningún Ser superior ni a ninguna moral objetiva, que pueda limitar la amplitud y la variedad de sus libres decisiones.

En este mundo cultural la religión es considerada como una supervivencia de estadios anteriores, menos ilustrados, menos científicos, menos libres y menos humanos. Los cristianos somos supervivientes de los tiempos precientíficos y predemocráticos. Es lógico que quienes viven en él traten de aislarnos y de liberar la vida social de nuestra influencia que consideran necesariamente vinculada a esquemas y usos poco racionales y autoritarios, contrarios a la libertad, al libre desarrollo y a la prosperidad social. Para ser fieles a esta nueva cultura, se pretende romper la tradición espiritual de nuestro pueblo y como alternativa se quiere construir “una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin reconocimiento de Dios ni esperanza de la vida eterna”(ib.n13).
Curiosamente, esta manera de entender la vida humana, con la que se quiere engrandecer la libertad y la grandeza del hombre, termina por considerarlo un fruto del azar, sin justificación racional de su propia existencia, sometido a sus instintos, programado y configurado por una estructura política omnipotente que decide sobre el bien y el mal, que sustituye su conciencia, dicta lo que hay que pensar y hacer en cada momento, se adueña de su libertad y configura los perfiles de su existencia (Cf. ib. nn. 12 y 13).

Puede parecer un diagnóstico muy radical, esto es lo que dicen nuestros Obispos. En la actualidad “Se va configurando una sociedad que se enfrenta con los valores más tradicionales de nuestra cultura, deja sin raíces instituciones tan fundamentales como el matrimonio y la familia, diluye los fundamentos de la moralidad y nos sitúa a los cristianos en un mundo extraño y hostil” (ib.n. 17).

Esta manera de pensar y de proyectar la vida social está perfectamente reflejada en el reciente Manifiesto Socialista titulado, “Democracia, Laicidad, Religión”. Todo su contenido se puede reducir a dos afirmaciones:

-Las religiones monoteístas son fuente de fundamentalismos incompatibles con la convivencia en una sociedad libre y pluralista;

-Por tanto la convivencia no se puede fundar sobre ningún código moral objetivo y vinculante sino sobre unas bases éticas propuestas y garantizadas por las instituciones democráticas. El Parlamento es la fuente y el origen de las convicciones éticas sobre las que se debe asentar la convivencia. No hay otra referencia superior a la que tengamos que referirnos.

El corolario de estas afirmaciones es la necesidad de la nueva asignatura “Educación para la Ciudadanía” como instrumento necesario para la difusión de la nueva moral sobre la que debe cimentarse la convivencia del paraíso democrático.

Ciertamente nuestros muchachos no viven esta ideología de manera refleja, ellos seguramente no tienen conciencia de estar sustituyendo nada, pero si la viven de manera habitual, de manera implícita y también de forma explícita y directa, porque es la ideología que muchos de sus profesores les transmiten en las clases de literatura, de historia, de ciencias, de biología. Y no solo de manera teórica, vuestros muchachos, en muchos casos, aprenden a vivir en las actitudes y las aspiraciones vitales propias de esta manera de ver las cosas, sin Dios, sin esperanza de vida eterna, sin convicciones morales, sin referencia religiosa hacia Jesucristo ni hacia la Iglesia católica.

Los datos y las afirmaciones que reciben en las aulas, en muchas ocasiones son incompatibles con lo que vosotros tenéis que enseñarles, a veces en el mismo lugar y con cinco minutos de diferencia. Ellos oyen decir cosas como que, “el mundo, la vida el hombre, son fruto de la evolución, que no es preciso admitir para nada la hipótesis Dios, que la religión es incompatible con la ciencia, la libertad, la felicidad". Reciben, no sólo en el colegio, también en la calle, y a veces en su propia familia, un modelo de la vida que lleva consigo la exaltación de la libertad como valor supremo, instrumento para alcanzar el placer inmediato y permanente como valor supremo de la vida, sin ninguna otra convicción que la “moral democrática”, la moral fluctuante del consenso, de las directrices políticas, de la convivencia política. No lo olvidemos, en la mentalidad socialista, la persona se hace desde fuera, desde la sociedad, y no al contrario. Este, o algo muy parecido, será el mensaje de la nueva asignatura obligatoria con las que se les quiere preparar para que puedan vivir a gusto y dócilmente en la vida democrática. Digamos que muchos de vuestros alumnos llegan a vuestra clase con una mentalidad que se puede resumir, en lo teórico, como un narcisismo nihilista, y en lo moral práctico como un relativismo nihilista.

II. ALGUNAS CONSIDERACIONES PREVIAS

Antes de entrar directamente en decir alguna cosa sobre cómo tendríais que desarrollar vuestra tarea en este clima de secularización, me parece oportuno hacer por delante algunas afirmaciones.

Y la primera es para reivindicar radicalmente la legitimidad de vuestra función. La educación cristiana de nuestros jóvenes es un derecho primario de las familias cristianas. A veces parece que andamos mendigando de la administración unos derechos que ellos nos tendrían que conceder en virtud de no sé qué benevolencia. Los gobernantes, los parlamentos no nos conceden este derecho. Lo tenemos en virtud de nuestro ser de personas, lo tenemos como ciudadanos libres. De ellos pedimos simplemente que los reconozcan y que los organicen de manera razonable en el conjunto de nuestra convivencia. No estará plenamente implantada en España la democracia mientras no se resuelva holgadamente y establemente esta cuestión de la enseñanza religiosa católica en la escuela pública.

La segunda afirmación es para valorar vuestra presencia y actividad en los colegios públicos como realizadores de una gran labor de orden cultural, vosotros, con vuestra presencia y vuestras clases estáis siendo testigos y transmisores de un gran caudal cultural que es válido para todos los alumnos del centro y no sólo para vuestros alumnos directos. Los jóvenes que no sepan nada de la religión católica no pueden entender ni la historia, ni la literatura, ni la arquitectura de España, ni pueden entender el sentido, la grandeza o los errores de los grandes personajes de nuestra historia. Es decir, no pueden llegar a saber quiénes son ellos mismos. Este es un aspecto de la cuestión que ni siquiera ha sido abordado por nuestros gobernantes.

En tercer lugar quiero decir que vosotros estáis siendo los protagonistas del verdadero diálogo entre la fe y la cultura. Tenéis que enseñar los contenidos de la fe católica en diálogo permanente con los contenidos de las demás asignaturas, la filosofía, la historia, las ciencias sociales, etc. Vivís junto con otros profesores que no son católicos, que a veces impugnan vuestra asignatura y otras veces os preguntan sobre cómo entender ciertos puntos de la fe con verdadera buena voluntad. Sois el escaparate ante las fuentes de la nueva cultura que llega. Sois evangelizadores no sólo de vuestros alumnos sino de vuestros mismos compañeros.

Vuestra situación reclama de vosotros una excelente preparación. No voy a decir que tengáis que ser teólogos profesionales, pero sí me atrevo a deciros que no podríais cumplir dignamente vuestra labor sin una buena formación teológica, y por supuesto sin testimonio firme y claro de la verdad y del valor racional y humanizador de lo que enseñáis, con el ejemplo de vuestra vida cristiana, profesante y militante.

La negativa a evaluar vuestra asignatura está diciendo cómo, aunque la admitan a más no poder en el elenco de las asignaturas posibles, no la consideran como un conocimiento serio y verdaderamente razonable. Ante vuestros alumnos, ante sus padres y ante vuestros mismos colegas, tenéis que ganar algo tan importante como el prestigio cultural y social, el reconocimiento de la capacidad educativa y socializadora de la fe cristiana, profundamente menospreciado entre nosotros. Tenéis que ser capaces de mostrar que la fe cristiana es profundamente razonable, que tiene una honda repercusión cultural y humanizadora.

III.- EL ITINERARIO EVANGELIZADOR

No es difícil de imaginar lo exigente que tiene que ser para vosotros explicar de verdad la religión cristiana en este contexto cultural. Entre vuestros alumnos habrá quiénes la acojan con gusto, la mayoría la acogerá, me temo, con poco interés, y frecuentemente con muchas reservas y prevenciones tanto afectivas como intelectuales. Aquí vale aquello de que quienes están en una habitación donde se fuman, todos salen oliendo a tabaco, sean o no sean fumadores. En la vida actual todos olemos a laicismo.

Vuestra labor docente, para ser sincera y efectiva, tiene que tener en cuenta lo que vuestros alumnos tienen en la cabeza en todos aquellos puntos que tienen algo que ver con los contenidos de la fe, origen del mundo y del hombre, inmortalidad o mortalidad, legitimidad o ilegitimidad racional de la fe religiosa, valoración muchos personajes y de importantes hechos e instituciones en la historia de España, fundamento y contenidos de la moral en la actualidad, etc. etc. No podéis enseñar ni educar a vuestros alumnos sin estar en un diálogo permanente, unas veces explícito y otras muchas implícito, con los contenidos de las demás asignaturas tal como los están recibiendo al mismo tiempo que vuestras explicaciones. Desde el punto de vista teórico y práctico entiende que vuestro trabajo requiere atender estos puntos privilegiados.

A). Para que los jóvenes comprendan lo que es la fe religiosa, lo que es el cristianismo, necesitarán muchas veces reconstruir la noción y la experiencia de la libertad, como capacidad de ir configurando la propia existencia a partir del reconocimiento de la realidad (verdad) y de la colaboración con ella (bondad, obediencia a la ley moral). Los jóvenes necesitarán también adquirir un sentido de la responsabilidad de su propia existencia, una visión histórica de sí mismos, la cuestión sobre la inmortalidad y hasta un atisbo de lo que es la salvación o la perdición de la existencia, la responsabilidad de nuestro ser en el mundo, etc. Hay muchas cuestiones de antropología filosófica que son imprescindibles para poder comprender y asimilar la noción de religión y de fe cristiana, antes de entrar en sus contenidos concretos. Nada de esto se puede hacer sin una visión de la persona como criatura, por eso se hace imprescindible plantear la idea de creación y de la verdad de Dios.

B). Reconstrucción de la experiencia religiosa.
Tendréis que ayudar a vuestros alumnos a descubrir la idea de la creación como idea básica para la interpretación del mundo y la interpretación de la vida humana, por supuesto teniendo en cuenta lo que les hayan dicho acerca de la evolución o sobre cualquier otro modo de explicar científicamente la formación del mundo, la aparición de la vida, la historia del hombre.
Hablar de creación supone abordar de frente la cuestión de la existencia de Dios, proporcionándoles al mismo tiempo una imagen creíble de Dios, de su providencia, de su intervención en nuestra vida, ofreciendo unos fundamentos firmes y bien asimilados de orden filosófico y la imagen cristiana de Dios manifestada por Jesús, conservada y anunciada por la Iglesia (“Deus caritas est”. “Dios es amor” de Benedicto XVI). Surge aquí la gran cuestión de la compatibilidad entre Dios y el hombre, entre la presencia de Dios y nuestra propia libertad, entre la fe y la ciencia, la religión y la libertad, la democracia, el progreso, la compatibilidad entre ser cristiano y vivir libremente y críticamente en la modernidad.

C) Conocimiento de la verdad histórica de Jesús.
En estos tiempos de laicismo es imprescindible enseñar a nuestros jóvenes a apoyar su fe en Dios muy claramente en el testimonio histórico de Jesús. Sorprende ver lo poco que la mayor parte de los cristianos saben acerca de la verdad histórica de Jesús y los fundamentos históricos de su fe cristiana. Hemos visto con verdadera sorpresa el interés suscitado por las fabulaciones de libros como “El Código da Vinci” o temas como “Las tumbas de Jesús”, “El santo Grial”, etc. Los mundos pocos religiosos son siempre amigos de relatos fabulosos. Por eso nuestros cristianos tienen que tener muy claro el fundamento histórico de nuestra fe, y los contenidos fundamentales del mensaje de Jesús, en su misión salvadora como Hijo de dios venido a este mundo para dar testimonio sobre la verdad de Dios y salvar a los hombres, del error, del pecado y de la muerte.

D) Itinerario del acto de fe.
En tiempos de laicismo la fe se convierte en una decisión explícita y refleja de cada creyente. Resulta muy difícil mantenerse y vivir como cristiano por simple tradición cultural y familiar. Cada cristiano tiene que saber cuales son los pasos y los apoyos personalmente válidos de su decisión de fe y de su vida cristiana. Este proceso antes apenas se estudiaba en los Seminarios, ni mucho menos se explicaba en la catequesis, hoy tiene que ser un tema fundamental en la formación de todos los fieles cristianos. Interesa mucho que la fe sea comprendida no como competencia sino como consumación de la vida racional y científica de la persona, consumación también de la libertad por la que definimos las características más hondas y universales de nuestra existencia, en vez de dejarnos configurar desde fuera de nosotros mismos.

E). Los cristianos del futuro que vivirán la mayor parte de su vida aislados en un contexto cultural adverso necesitarán valorar mucho teórica y prácticamente la realidad de la Iglesia, como don de Dios, en continuidad con la vida histórica y mística de Jesús, enriquecida con la vida de los santos, mediadora de gracia y de salvación.

F). Será preciso también que los nuevos cristianos tengan una visión clara de la fundamentación de la moral cristiana, en relación con la idea misma de adoración del Dios Creador, en imitación, seguimiento y convivencia espiritual con Jesucristo. Tendréis que cuidar de hacerles ver cómo la moral cristiana no es moral de esclavos, fundada en el temor, sino moral de hijos, fundada en las correspondencia amorosa al amor recibido de Dios en Cristo, camino de vida, de liberación interior y de gozo.

G). Por último os digo que cuidéis de transmitir a vuestros alumnos una autoestima bien fundamentada de su ser cristiano, con una dignidad y una misión importantísima en la construcción de la sociedad. Autoestima que si no viene del ambiente cultural dominante, sí viene del juicio de Dios y de Cristo, de los ángeles y de los santos, de los hermanos en la fe y de muchas personas de buena voluntad. Los cristianos españoles vivimos todavía bajo el peso de una cierta culpabilidad histórica de nuestra Iglesia. Ya es hora de liberarnos de ella. Ni fuimos tan malos ni vamos a estar siempre así. Tenemos que saber vivir con dignidad y alegría nuestra fe, que en todo momento ha sido un fermento de vida y de cultura, también en España, también en los años del franquismo. Gran parte del patrimonio cultural y político que hoy tiene nuestra sociedad lo ha recibido con una gran contribución de la fe católica, de la Iglesia y de muchos cristianos insignes. Que ellos descubran y se preparen para la gran misión de iluminación y de fermento de justicia que los cristianos tenemos que desempeñar en la sociedad (“Dios es amor”).

IV. ALGUNAS SUGERENCIAS PEDAGOGICAS

Ciertamente esta tarea de ser profesor de religión en el momento actual no es una tarea fácil. Se necesitan buenos conocimientos, una buena formación permanente, el apoyo del testimonio de vida y también una buena pedagogía.

No será fácil encontrar libros de texto que planteen las cuestiones de la asignatura con las características que os acabo de señalar. El buen profesor tiene que ser capaz de recorrer con sus alumnos el programa entero, pero no perdáis de vista que en vuestra asignatura el fruto principal no es el que vuestros alumnos sean capaces de superar unos exámenes, sino que se lleven de vuestras clase las convicciones fundamentales, claramente entendidas y personalmente asimiladas, para que les puedan servir durante toda su vida como fundamento de sus decisiones religiosas y éticas, que es tanto como decir que les sirvan como fundamento de su vida. Vosotros, que impartís una asignatura no evaluable, sois quienes tenéis que ofrecer a vuestros alumnos esas convicciones capaces de superar todas las pruebas y las evaluaciones de la vida.

Por eso tendréis que tener muy en cuenta las ideas, las dudas, las contradicciones que padecen vuestros alumnos, hablar con ellos, recomendarles lecturas adecuadas, ayudarles a situar cada idea en su sitio, a revisar los conocimientos falsamente científicos que les hayan podido transmitir en alguna clase y que resultan incompatibles con otras afirmaciones de fe. Y tendréis que apoyar vuestras explicaciones en perchas intelectuales y afectivas que sean firmes y estén bien ancladas en la conciencia de vuestros alumnos. Habrá que comenzar por lo que ellos sienten, autenticidad, verdadera libertad, deseo de hacer el bien, ilusión por una vida verdadera y feliz, para desarrollar a partir de estas convicciones y deseos el verdadero camino de convencimiento y mentalización cristiana.

CONCLUSIÓN

Termino como empecé, os felicito y os admiro por vuestro trabajo. Os lo agradezco sinceramente, como obispo, como cristiano, y también como español. Todo sería bastante peor si vosotros no fueseis como sois y no hicieseis lo que estáis haciendo. Dios os bendiga.

188 NUEVOS MÁRTIRES JAPONESES A LOS ALTARES

[Desde el comienzo de la Iglesia, se ha dicho con verdad que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos”. Los mártires de la Iglesia primitiva contribuyeron no sólo a la conversión de muchas personas, sino también al fortalecimiento de la fe de los que ya eran creyentes.

Juan Pablo II recordaba que el martirio no es un fenómeno exclusivo de la Iglesia primitiva: «Al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires. Las persecuciones de creyentes —sacerdotes, religiosos y laicos— han supuesto una gran siembra de mártires en varias partes del mundo» (
Tertio millennio adveniente, n. 37).

La beatificación de 188 nuevos mártires japoneses tendrá lugar en Nagasaki en 2008, aunque todavía no se ha concretado la fecha. Se calcula que en Japón ha habido más mártires que en los tres primeros siglos de nuestra era en Roma. De todo esto habla un artículo de Fernando Acaso publicado en ArvoNet (22-V-2007), que reproducimos a continuación.]


# 388 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología

por Fernando Acaso, sacerdote
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En el año 2008 —todavía no se ha fijado la fecha—, tendrá lugar en Nagasaki la beatificación de 188 nuevos mártires japoneses. Desde que en 1862 fueron canonizados los primeros 26 mártires del Japón (entre ellos 4 españoles, un mexicano y un portugués) han sido canonizados hasta ahora 42 y beatificados 205, casi todos muertos en Nagasaki. Entre los 16 que canonizó Juan Pablo II en 1981, se encontraban por primera vez dos mujeres, dominicas terciarias.

Se calcula que en Japón ha habido más mártires que en los tres primeros siglos de nuestra era en Roma. Pero entre los 247 que han subido a los altares, no había apenas simples fieles. Esto es lo que ha llevado a la Conferencia Episcopal a escoger esta vez una mayoría de mártires laicos: célibes, casados, mujeres y niños. Todos ellos murieron entre 1603 y 1639, en una persecución muy organizada que acabó con todos los sacerdotes. Hasta 250 años después no volvió a haber sacerdotes en Japón, aunque miles de fieles conservaron la fe viva a lo largo de 7 generaciones.

Sin embargo, entre los nuevos mártires, los más afamados son dos sacerdotes: Kintsuba Jihei y Pedro Kibe: el primero agustino y el segundo jesuita. Ambos, casi de la misma edad y samuráis, coincidieron en el seminario de los jesuitas en Nagasaki. La persecución les hizo abandonar Japón y fueron al seminario de Macao (China), pero el superior no les admitió porque pensaba que los japoneses estaban todavía demasiado verdes en la fe como para ser ordenados sacerdotes.

Pedro Kibe, ni corto ni perezoso, se fue por su cuenta... ¡hasta Roma! No se conocen los datos concretos del viaje: lo único cierto es que estuvo en Jerusalén. Se supone que hizo casi todo el viaje por tierra, de caravana en caravana, y que debió tardar varios años. En Roma pidió entrar en el seminario diocesano. Pero los jesuitas se enteraron de su llegada, le dijeron que aquel superior de Macao estaba equivocado, y acabó siendo ordenado sacerdote jesuita. Volvió a Japón en plena persecución y, con el entrenamiento de su viaje a Roma, sobrevivió muchos años realizando una fecunda labor pastoral.

Kintsuba Jihei viajó de Macao a Manila, donde ingresó en la orden de los agustinos, fue ordenado sacerdote y nombrado párroco en Manila. Entre Filipinas y Japón había algo de comercio y, por medio de marinos japoneses católicos, se enteró de que en Japón habían matado ya a todos los sacerdotes. Con el permiso de sus superiores, fletó un junco chino que le llevó cerca de Nagasaki. Nadó hasta la costa y encontró trabajo y pensión en las caballerizas de la policía, desde donde se organizaba y se ejecutaba la persecución contra los cristianos. Quedaba en la cárcel un anciano sacerdote con el que logró entrevistarse y consiguió las señas de algunas familias que conservaban la fe en secreto. Por las noches salía del cuartel de la policía y se iba a oír confesiones y decir misa en varias casas. La policía se enteró de la presencia de un sacerdote que hacía su labor en secreto en la ciudad e intentaron atraparlo, pero no lo consiguieron, pues Jihei era experto disfrazándose, incluso de geisha. Cuando el peligro le acechó muy de cerca, se escondió en una cueva a unos 40 kilómetros de la ciudad. El gobierno llegó a reunir un ejército de decenas de miles de soldados para peinar los bosques. En vista de lo cual Jihei caminó unos dos mil kilómetros hasta Tokio, donde atendió a católicos escondidos. Pero, como la mayoría de los católicos estaban en Nagasaki, volvió y acabó muriendo por la fe.

Esta beatificación puede tener muy buen efecto en el 99 % de los japoneses que, aunque paganos, sienten gran simpatía hacia el cristianismo, sobre todo desde la visita de Juan Pablo II en febrero de 1981.

17 mayo 2007

BALANCE DEL VIAJE DE BENEDICTO XVI A BRASIL

["Denunciar la escandalosa desigualdad de América no está reñida con la devoción a la Eucaristía, lo mismo que evangelizar a los pobres no es incompatible con evangelizar a los ricos.” Estas son algunas de las lecciones del viaje de Benedicto XVI a Brasil (9-14 de mayo), según escribe Juan Vicente Boo, corresponsal del diario ABC. “Este viaje del Papa ha representado, sin duda, un gran esfuerzo clarificador después de muchos años marcados por la confusión.”

Ha sido un viaje muy bien preparado. Dice la crónica de ABC que el Santo Padre hizo “un análisis clarividente de los problemas religiosos y sociales de Iberoamérica, ahora que han quedado atrás las utopías comunistas y la teología de la liberación. Buena parte de su esfuerzo clarificador consistió en eliminar falsas dicotomías que han alimentado discusiones estériles durante décadas.”


Y continúa: “En su discurso a los obispos brasileños, Benedicto XVI les dijo con toda claridad que resolverán la fuga masiva de fieles hacia las sectas protestantes (…) si vuelven a presentar el mensaje central de la persona de Jesucristo, y si mejoran tanto la disciplina como la liturgia, la distribución de los sacramentos y la catequesis (…) al mismo tiempo les exhortó a poner ‘pan en las manos de quien no lo tiene’, siguiendo el ejemplo de Jesús.”

Benedicto XVI insistió en repetidas ocasiones en la necesidad de prestar ayuda a los pobres, pero no se refirió en ningún momento a la teología de la liberación, por considerarlo un problema superado. En cambio –dice ABC-, “abordó de modo frontal el problema de la teología indígena (…) y de la cristología, dos temas que sí preocupan al Vaticano pues limitan respectivamente el mensaje de Jesucristo y su personalidad divina. La reciente advertencia del Vaticano sobre dos libros de Jon Sobrino se refiere a equívocos sobre la divinidad de Jesús, no a la teología de la liberación, que pasó hace tiempo a la historia.”


Benedicto XVI ha dicho en Brasil muchas cosas importantes. Reproducimos a continuación un resumen, en diez puntos, de algunos de los consejos prácticos del Santo Padre. Ha sido publicado en la página web del
Opus Dei.]

# 387
Varios Categoria-Varios: Etica y antropología


por S.S. Benedicto XVI

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1) AMISTAD CON CRISTO

Vosotros, jóvenes, ¿ya descubristeis lo que es bueno? ¿Seguís los mandamientos del Señor? ¿Descubristeis que éste es el verdadero y único camino hacia la felicidad? Los años que estáis viviendo son los años que preparan vuestro futuro. El “mañana” depende mucho de cómo estéis viviendo el “hoy” de la juventud.

Ante los ojos, mis queridos jóvenes, tenéis una vida que deseamos que sea larga; pero es una sola, es única: no la dejéis pasar en vano, no la desperdiciéis. Vivid con entusiasmo, con alegría, pero, sobretodo, con sentido de responsabilidad. No desaprovechéis vuestra juventud. No intentéis huir de ella. Vividla intensamente, consagradla a los elevados ideales de la fe y de la solidaridad humana.

Jesús es el único capaz de darnos una respuesta, porque es el único que puede garantizar la vida eterna. Por eso también es el único que consigue mostrar el sentido de la vida presente y darle un contenido de plenitud. (...) La vocación de los jóvenes consiste en ser amigos de Cristo, sus discípulos. Los jóvenes no tienen miedo del sacrificio, sino de una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirle.

2) PROFUNDIZAR EN LA FE PARA EXPLICARLA

Yo os envío para la gran misión de evangelizar a los jóvenes y a las jóvenes que andan errantes por este mundo, como ovejas sin pastor. Sed los apóstoles de los jóvenes, invitadles a que vengan con vosotros, a que hagan la misma experiencia de fe, de esperanza y de amor; se encuentren con Jesús, para que se sientan realmente amados, acogidos, con plena posibilidad de realizarse. Que también ellos y ellas descubran los caminos seguros de los Mandamientos y por ellos lleguen hasta Dios.

Podéis ser protagonistas de una sociedad nueva si buscáis poner en práctica una vivencia real inspirada en los valores morales universales, pero también un empeño personal de formación humana y espiritual de vital importancia. Un hombre o una mujer no preparados para los desafíos reales de una correcta interpretación de la vida cristiana de su medio ambiente será presa fácil de todos los asaltos del materialismo y del laicismo, cada vez más activos a todos los niveles.

3) AYUDAR A QUIEN SE ENCUENTRA EN SITUACIÓN DE POBREZA

Pero si las personas encontradas están en una situación de pobreza, es necesario ayudarlas, como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando la solidaridad, para que se sientan amadas de verdad. El pueblo pobre de las periferias urbanas o del campo necesita sentir la proximidad de la Iglesia, sea en el socorro de sus necesidades más urgentes, como también en la defensa de sus derechos y en la promoción común de una sociedad fundamentada en la justicia y en la paz.

Los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio y un Obispo, modelado según la imagen del Buen Pastor, debe estar particularmente atento en ofrecer el divino bálsamo de la fe, sin descuidar del «pan material». Como pude evidenciar en la Encíclica «Deus caritas est», «La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra».

4) NOVIOS, ESPOSOS: CULTIVAR UN AMOR FIEL Y FECUNDO

El mundo necesita de vidas limpias, de almas claras, de inteligencias simples que rechacen ser consideradas criaturas objeto de placer. Es necesario decir no a aquellos medios de comunicación social que ridiculizan la santidad del matrimonio y la virginidad antes del casamiento (...). No podrá haber verdadera felicidad en los hogares si, al mismo tiempo, no hay fidelidad entre los esposos. El matrimonio es una institución de derecho natural, que fue elevado por Cristo a la dignidad de Sacramento; es un gran don que Dios hizo a la humanidad, Respetadlo, veneradlo. Al mismo tiempo, Dios os llama a respetaros también en el enamoramiento y en el noviazgo, pues la vida conyugal que, por disposición divina, está destinada a los casados es solamente fuente de felicidad y de paz en la medida en la que sepáis hacer de la castidad, dentro y fuera del matrimonio, un baluarte de vuestras esperanzas futuras (...) El amor verdadero “buscará cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará ‘ser para’ el otro” y, por eso, será siempre más fiel, indisoluble y fecundo.

5) HONESTIDAD EN LAS RELACIONES PROFESIONALES

El Papa también espera que los jóvenes busquen santificar su trabajo, haciéndolo con capacidad técnica y con laboriosidad, para contribuir al progreso de todos sus hermanos y para iluminar con la luz del Verbo todas las actividades humanas. El Papa espera que sepan ser protagonistas de una sociedad más justa y más fraterna, cumpliendo las obligaciones ante al Estado: respetando sus leyes; no dejándose llevar por el odio y por la violencia; siendo ejemplo de conducta cristiana en el ambiente profesional y social, distinguiéndose por la honestidad en las relaciones sociales y profesionales.

6) FAMILIA: CADA UNO, AL SERVICIO DE LOS DEMÁS

La familia es insustituible para la serenidad personal y para la educación de los hijos. Las madres que quieren dedicarse plenamente a la educación de sus hijos y al servicio de la familia han de gozar de las condiciones necesarias para poderlo hacer, y para ello tienen derecho a contar con el apoyo del Estado. En efecto, el papel de la madre es fundamental para el futuro de la sociedad. El padre, por su parte, tiene el deber de ser verdaderamente padre, que ejerce su indispensable responsabilidad y colaboración en la educación de sus hijos. Los hijos, para su crecimiento integral, tienen el derecho de poder contar con el padre y la madre, para que cuiden de ellos y los acompañen hacia la plenitud de su vida.

7) IR CON LA FAMILIA A LA MISA DEL DOMINGO

Hemos de motivar a los cristianos para que participen en [la Misa dominical] activamente y, si es posible, mejor con la familia. La asistencia de los padres con sus hijos a la celebración eucarística dominical es una pedagogía eficaz para comunicar la fe y un estrecho vínculo que mantiene la unidad entre ellos. El domingo ha significado, a lo largo de la vida de la Iglesia, el momento privilegiado del encuentro de las comunidades con el Señor resucitado. Es necesario que los cristianos experimenten que no siguen a un personaje de la historia pasada, sino a Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de sus vidas. Él es el Viviente que camina a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos, del dolor y de la muerte, de la alegría y de la fiesta, entrando en nuestras casas y permaneciendo en ellas, alimentándonos con el Pan que da la vida. Por eso la celebración dominical de la Eucaristía ha de ser el centro de la vida cristiana. Cada domingo y cada Eucaristía es un encuentro personal con Cristo. Al escuchar la Palabra divina, el corazón arde porque es Él quien la explica y proclama. Cuando en la Eucaristía se parte el pan, es a Él a quien se recibe personalmente. La Eucaristía es el alimento indispensable para la vida del discípulo y misionero de Cristo.

8) PARA DAR PAZ, ENCONTRARLA: CONFESARSE

Los fieles deben buscar recibir y reverenciar el Santo Sacramento con piedad y devoción, queriendo acoger al Señor Jesús con fe y siempre, cuando fuese necesario, sabiendo recurrir a Sacramento de la reconciliación para purificar el alma de todo pecado grave. Unidos en comunión suprema con el Señor en la Eucaristía y reconciliados con Dios y con nuestro prójimo, seremos portadores de aquella paz que el mundo no puede dar. ¿Podrán los hombres y las mujeres de este mundo encontrar la paz si no se concientizan acerca de la necesidad de reconciliarse con Dios, con el prójimo y consigo mismos?

9) LEER EL EVANGELIO, LA PALABRA DE DIOS

¿Cómo conocer realmente a Cristo para poder seguirlo y vivir con Él, para encontrar la vida en Él y para comunicar esta vida a los demás, a la sociedad y al mundo? Ante todo, Cristo se nos da a conocer en su persona, en su vida y en su doctrina por medio de la Palabra de Dios. Hay que educar al pueblo en la lectura y meditación de la Palabra de Dios: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida. De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios.

10) RECIBIR CATEQUESIS PARA CONOCER A CRISTO

Un gran medio para introducir al Pueblo de Dios en el misterio de Cristo es la catequesis. En ella se trasmite de forma sencilla y substancial el mensaje de Cristo. Convendrá por tanto intensificar la catequesis y la formación en la fe, tanto de los niños como de los jóvenes y adultos. La reflexión madura de la fe es luz para el camino de la vida y fuerza para ser testigos de Cristo. Para ello se dispone de instrumentos muy valiosos como son el Catecismo de la Iglesia Católica y su versión más breve, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.

15 mayo 2007

LOS SOFISTAS

[Una gran lección de Chesterton —dice Jorge Bustos (cfr. Nueva Revista, nº 106)— es que "la capacidad de penetrar en las ideas y en las conciencias no supone sólo una ventaja en los negocios, sino sobre todo es el canal idóneo para ser bueno y feliz. La experiencia nos dice que no todos los tontos son malos, pero sí que todos los malos son tontos e infelices.”

A este grupo de los tontos e infelices —aunque ellos puedan considerarse “sabios de Grecia”— pertenecen los sofistas: los de hoy, como los de ayer. Son charlatanes de feria, loros más o menos vistosos que repiten las cantinelas sin sentido que les enseñan sus jefes: nada que ver con la verdad, todo es pura apariencia. El que valora la verdad, huye de los sofistas como de la peste bubónica.

Alejandro Llano suele arremeter contra los sofistas con cierta frecuencia y lo hace de modo inteligente, con ironía de la buena, al estilo de Chesterton.

Por ejemplo, hace poco menos de un año (cfr. La Gaceta, 24-VI-2006), después de recordar, como le gusta, la elocuente y expresiva definición que Platón hace de los sofistas —“mercaderes ambulantes de golosinas del alma”—, escribía: “Y hoy está el mercado de la información y de la cultura repleto de chiringuitos donde se expenden todo tipo de materiales azucarados totalmente incompatibles con la tan celebrada dieta mediterránea. Pues bien, ahora, como entonces, una de las pocas herramientas eficaces para combatir el abotargamiento intelectual es la ironía. No la ironía ácida, a la que también nos han acostumbrado los sofistas, sino justamente la que surge de la ingenuidad. Porque lo más inocente de todo es llamar a las cosas por su nombre y -como el Juan de Mairena machadiano- ir por ahí anunciando que la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.”

Y en otro artículo, pocas semanas más tarde (cfr. La Gaceta, 14-IX-2006), decía: “…en este país se nos está tratando como a menores de edad. Necesitamos un nuevo proceso de emancipación mental que nos devuelva la capacidad de pensar y hablar por cuenta propia en sociedad. De lo contrario, seguiremos cayendo una y otra vez en manos de los autodeclarados expertos. La tecnocracia y la burocracia están complementadas y potenciadas hoy día por las técnicas de manipulación social. Los sofistas vuelven a dominar el terreno de juego y practican algo parecido a lo que antes se llamaba fútbol total.”

Hace pocos días (La Gaceta, 1-V-2007), tomando ocasión de las últimas mentiras y chanchullos del gobierno socialista, Alejandro Llano ha escrito otro artículo titulado “Los sofistas”: no tiene desperdicio y, como ocurre con los textos de Chesterton —“por su alegre sabiduría y por la belleza y contundencia de su prosa” (Jorge Bustos)—, merece la pena leerlo.]

# 386 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología

por Alejandro Llano

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Especializados en convertir el argumento más débil en la razón más fuerte, los sofistas manejan el lenguaje como un instrumento puramente utilitario para convencer a los demás de aquello que a los propios sofistas les conviene. Hablar ya no es una actividad que esté al servicio del encuentro con la verdad, sino que se encamina al logro del poder. Parecen sabios, pero no lo son. Tampoco el sofista se identifica con el retórico. El retórico trata de hacer verosímil lo verdadero, mientras que el sofista intenta hacer verosímil lo falso.

A los sofistas griegos, Platón los llamó mercaderes ambulantes de golosinas del alma. Ahora bien, su vigencia no se limita a la antigüedad clásica. Los sofistas han revivido y hoy se los encuentra por todas partes. Expenden ideas-basura, comida rápida para alimentar mentes adocenadas por medios de comunicación que ocultan datos y —por poner un caso reciente— han pasado de ser periódicos de referencia a prensa amarilla, según ha dicho Hermann Tertsch acerca de un diario madrileño del que tuvo que salir por atreverse a decir la verdad (cfr. # 385 de este blog).

En la España actual la sofística ha dejado de ser una curiosa anomalía para convertirse en un fenómeno global. Los discursos de muchos personajes cercanos al Gobierno constituyen ejemplos de constantes atentados a la lógica y al sentido común. Cuanto más próximos parece que se encuentran a la verdad, más niegan la evidencia. La reciente declaración de Manuel Conthe en el Congreso representó una valiente excepción. Habló de presiones sobre el organismo regulador del mercado de valores y apuntó cuál era el origen de semejantes extorsiones. Pero, desde el punto de vista del ambiente informativo, también esta excepción vino a confirmar la regla. Porque inmediatamente, esa misma noche, los medios paraoficiales manipulaban sus palabras y tergiversaban sus ideas. Aquí no ha pasado nada. Los socialistas seguimos siendo tan honrados como antes y nunca hemos roto un plato.

El gran maestro de sofistas, el gurú de la confusión mental, es el presidente del Gobierno. No se sabe cómo, pero cuando la realidad refuta sus palabras, se las apaña para hacer ver a muchos que en rigor ha sucedido lo que él anunciaba y que, por lo tanto, continuará por el mismo camino. Cuando surja el próximo encontronazo con los hechos, ya encontrará otro modo de ejercitar sus artes de ilusionista. Y, si los hechos no concuerdan con sus palabras, ¡peor para los hechos! Al fin y al cabo la tajante diferencia entre la verdad y el error, entre el bien y el mal, entre lo útil y lo perjudicial para el país, todo eso corresponde a un modo rígido y superado de pensar. Él es más comprensivo, más flexible, conecta mejor con el sentir de amplios sectores de la población española.

Y lo peor es que esto último parece ser cierto. En los dos programas de preguntas a Zapatero y a Rajoy, lo más penoso fue precisamente el modo de razonar de la mayor parte de un público presuntamente seleccionado por procedimientos sociológicos neutrales. Salvo contados casos, ofrecieron un panorama de planteamientos económicamente interesados, talantes foscos, actitudes sentimentales y notoria incapacidad para la réplica. Si tal es el retrato robot del español medio, nuestros actuales gobernantes tienen por delante una larga vida política.

El único modo de romper tal círculo vicioso es la formación intelectual y la cultura política. Pero esta educación para la esfera pública tendremos que buscarla cada uno por nuestra cuenta —o trabajar para adquirirla en pequeños grupos más o menos clandestinos— porque lo que nos llegue por vía oficial y burocrática vendrá ya empapado del aroma de la sofística. Siempre se ha pensado que la clave para la educación de todo un pueblo es el bachillerato. Ahora bien, la confusa reforma de este ciclo escolar, tal como estos días se anuncia, no promete nada bueno ni desde el punto de vista de la enseñanza ni desde la perspectiva del civismo. Lamentablemente, la educación se está convirtiendo, cada día más, en adiestramiento y domesticación con creciente ausencia de aprendizaje de las ciencias teóricas y de las humanidades.

Como se trata de una perspectiva dilatada, de un largo camino por recorrer, deberíamos procurar entre tanto no acoger acríticamente las versiones convencionales de las ideas y los acontecimientos. El tópico, el lugar común, es la muerte en flor del pensamiento libre. Lo políticamente correcto nos acogota y empequeñece nuestra talla ciudadana. Sócrates pagó bien cara su disidencia respecto a los sofistas. Pero su conducta sigue iluminando nuestra civilización. Desconfiemos de los panfletos de autoayuda y de los bestsellers de divulgación. Busquemos la mejor calidad intelectual que seamos capaces de asimilar. El mercado laboral se afana por contratar talentos. Pero esa excelencia intelectual sólo la roza quien se decide a pensar por cuenta propia.

04 mayo 2007

HERMANN TERTSCH, "EL PAÍS" Y EL GOBIERNO SOCIALISTA

[Como es bien sabido, Hermann Tertsch dejó de trabajar en El País hace un par de semanas, después de más de veinte años en ese periódico.

"El País se cobra a Hermann Tertsch como víctima de una depuración interna", es un títular de Periodista Digital.

Daniel Muñagorri le hizo una extensa entrevista —publicada en Basta Ya— que, por su interés, reproducimos más adelante en este blog.

Escribe Muñagorri en la presentación: “Su palabra discordante con la línea editorial del rotativo en temas de política nacional le ha llevado a la dirección de El País a prescindir de sus servicios, en lo que muchos han entendido como una purga dentro de la redacción del primer periódico en ventas de España.”

Y hace después una breve síntesis de los trabajos realizados por Tertsch en El País, desde que entró en 1985: “Fue corresponsal de El País en Bonn y Varsovia y, posteriormente, para Europa Oriental y cubrió el estallido de la guerra de los Balcanes. De 1993 hasta 1996 fue subdirector de El País y jefe de la sección de Opinión. Desde entonces ha trabajado en el mismo como enviado especial y entrevistador, editorialista y columnista. Ha sido y es colaborador de numerosos medios de comunicación españoles y extranjeros. Es una de las voces más críticas del periodismo español con la actual política del Gobierno del PSOE y con la figura de su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.”

Por su parte, Juan José García-Noblejas comenta, en scriptor.org, con su expresividad característica: “Trae [la entrevista de Muñagorri] un poco más de aire fresco al mundo periodístico y político español y su atmósfera más bien enrarecida por tantos globos sonda y tantos desafueros gubernamentales y empresariales, por tantos improperios y -sin ánimo de ofender a colegas que hacen lo mismo que Tertsch- tantas medias palabras de relaciones públicas o propaganda timorata en los medios, en lugar de información y opinión más o menos pura y simple.”

Y sigue: “En periodismo, las cosas se dicen -como hace Hermann Tertsch de modo habitual- en público, y no en los pasillos de las redacciones. De igual modo que en política las cosas deberían decirse desde los escaños, y no en los corredores traseros (empresariales o periodísticos) del poder.”

Hermann Terstch ha sido fichado ahora por el diario ABC como columnista y entrevistador. Además podrá compaginar su trabajo con colaboraciones en otros medios.

Ayer publicaba en la tercera página de ABC un artículo titulado “Negacionismo, probidad e insulto”, del que destacamos los siguientes párrafos:

+ “En los últimos años se citan mucho en España las reflexiones de Hannah Ahrendt en su viaje a la Alemania de la posguerra y la obcecación de los alemanes por convertir hechos, como la invasión de Polonia o la URSS, en opiniones.” (…) “en los tres años de Gobierno Zapatero se ha impuesto implacablemente en el discurso oficial ese perverso fenómeno denunciado por Hannah Ahrendt.”

+ “Es ocioso enumerar sus manifestaciones que niegan hechos para todos evidentes, lógicos, verificables o probados. Llenan las páginas de los periódicos a diario. La muestra más larga la tenemos en esas interminables y tediosas añagazas para ocultar, negar y justificar a un tiempo la coordinación de intereses políticos con el terrorismo vasco. Pero se dan en todas las demás cuestiones capitales como inmigración, seguridad o relaciones exteriores.”

+ “El negacionismo de Zapatero, su gente y sus aliados, parte del desprecio a los hechos que revelan igual cuando hablan de historia como cuando lo hacen de ayer. Lo hacen sin mala conciencia porque consideran que la importancia de su misión histórica bien merece correcciones a la realidad y muchos sacrificios, especialmente del enemigo. Huevos rotos para la tortilla.”

+ “El pensamiento mágico que domina la personalidad del presidente del Gobierno español convierte la política en un juego épico. Tan imponentes ambiciones se desarrollan en un universo sentimental menos que semiculto marcado por igual por el sectarismo, la ideologización primaria y el resentimiento propios del asociacionismo provinciano de principios del siglo XX unidos a la insoportable levedad de un relativismo moral que considera anticuada o simplemente ridícula la subordinación de los deseos a código alguno.”

+ “El relativismo es maravilloso para mantener la conciencia en baño maría.”

Si desea leer este artículo completo, basta hacer click aquí.

Reproducimos a continuación el texto íntegro de la entrevista de Daniel Muñagorri a Hermann Tertsch.

# 385 Varios Categoria-Varios: Etica y antropología

por Daniel Muñagorri

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¿Cuál es su situación profesional tras la salida de El País?

Mi situación es, ni más ni menos, la de un profesional que busca trabajo después de haber abandonado una casa en la que estuvo 22 años, en la que hizo prácticamente todo lo que pudo ambicionar, con magníficos amigos, jefes y colaboradores. Sin olvidar por supuesto el recuerdo de mi paso por la agencia EFE. Pero es evidente que han sido Juan Luis Cebrián y Jesús Polanco, también Jesús Ceberio y antes Joaquín Estefanía, los que me prestaron confianza para hacer lo que he hecho. Por ello les estoy profundamente agradecido.

¿Que hayan prescindido de su trabajo en El País es un ejemplo de una prensa, y de unos medios de comunicación en general, que en España cada vez más son voces de partido?

No sólo. Siempre hubo tendencias, líneas editoriales y posiciones empresariales y siempre han sido muy legítimas. Las barricadas actuales son otra cosa. Y el emponzoñamiento surge en la política y desde allí se transmite hasta instalarse, en los medios. Ha llegado al poder y a la influencia no ya una generación, sino una especie de grupo afín -llamarlo escuela de pensamiento sería realmente un abuso-, cuyos miembros se mueven, actúan y coordinan de forma similar a la secta, en el sentido de que temen y combaten todo lo que no consideren cubierto por el paraguas de su organización de protección mutua. José María Aznar tendría sin duda muchos defectos y cometió graves errores. Su capacidad de generar no ya antipatía sino odio debería ser materia de estudio en el futuro. Pero era un político homologable a los líderes de la Europa democrática del último medio siglo. No así su sucesor en Moncloa. Creo que la nueva generación que llegó al poder bajo Rodríguez Zapatero y sólo gracias a toda una concatenación increíble de accidentes insólitos es la peor cosecha de los fracasos de la sociedad española tras el franquismo. Los denominadores comunes de la misma son la mediocridad y un relativismo tan profundo que hace que sus miembros sean perfectamente inmunes a cualquier discurso que no sea su propia letanía sectaria. Miedosos e insensatos a un tiempo, sectarios, incultos y por ello perfectamente inmunes a la autocrítica, son gente por talante mucho más cercana a los aparatchiks de los regímenes autoritarios o totalitarios que al político humanista de una sociedad abierta democrática.

Gente poco preparada en general, ve enemigos en todo lo que está fuera de sus pequeños mundos. A esa gente –y no hablo de mi ex periódico, hablo de eso que llaman genéricamente progresismo, tan bien representado por esa tropa de miles de intelectuales que heroicamente defienden al poder contra toda crítica y quieren imponer silencio a la oposición, con esa actitud que nunca se llamó intelectual sino servil, lacayuna, interesada o sencillamente indigna-, le es fundamental un enemigo máximo. Aquí está la clave de esa cohesión forzada bajo mediocres que lleva a una selección en la que los peores siempre tienen las mejores oportunidades de medrar. ¿Quién se podía imaginar al secretario de un partido socialdemócrata europeo centenario como el PSOE en la figura de un personaje como José Blanco?

¿Cómo ha ocurrido?

Todo tiene explicación y antecedentes. Cuando el sectarismo ideológico, como embozo de la incapacidad intelectual, acaba primando de forma total sobre la profesionalidad, la autoestima, sobre la percepción de la dignidad personal o sobre la más evidente realidad, se impone de forma terrible lo que en el siglo XX se dio en llamar la “selección negativa”. Un elemento clave de la formación, definición y catadura de los partidos esclavos de sus estructuras y, especialmente, de los fascistas y comunistas. Hoy vemos esa selección negativa de forma abrumadora y sólo hay que pensar en el propio presidente del Gobierno o su entorno, su secretario de organización o, si se quiere cavar aun más, en el presidente del Senado, don Javier Rojo. Todos ellos parecen llegados al partido no bajo el lema de “la libertad, la dignidad, el servicio al Estado” sino bajo el de “juro por Dios que jamás volveré a pasar hambre”, como un grotesco grito desde el “Tara” de las gentes que nunca ha hecho nada en su vida sino medrar en agrupaciones y escalar en el aparato del partido a codazos o puñetazos. Insidias y ajustes de cuentas con tal de no caer en su nivel de ingresos al que demandarían sus méritos inexistentes.

Se han escrito muchos volúmenes respecto al ascenso de los peores como imposición de la ideología o la obediencia lacaya. Sebastián Haffner, Hugo Trevor Roper, Thomas Mann, Arthur Koestler, Miklos Haraszti y mil otros en entreguerrra y posguerra han intentado explicar por qué se generaron y generan dinámicas políticas en las que los peores en catadura y formación son los que medran y escalan y por supuesto sabotean por interés propio todo mecanismo de meritocracia. Los mediocres se rodean de otros a los que desprecian para no sentirse cuestionados y éstos a su vez hacen otro tanto. Hasta llegarse a la situación en la que todos saben que deben el cargo a favoritismos y no a méritos propios y son por tanto dependientes y obedientes. Mientras, otros que no cabrían en la definición de aquellos, se acobardan, calculan sus riesgos, piensan en las consecuencias negativas de la insumisión o no consideran que el resto de la humanidad merezca que ellos arriesguen algo para avisar sobre los peligros que se ciernen sobre la sociedad.

El tema de moda es la crispación, pero ¿hablar tanto de crispación no es una pantalla para que los políticos evadan la responsabilidad de sus actos?

¿Qué es la crispación? ¿Que parte de la sociedad reaccione indignada por la pasividad e indiferencia ante el crimen y el abuso? Crispa ante todo esa actitud de indolencia ante los dolores y el miedo ajenos, si todos los días vemos que nuestros poderes gobernantes están mucho más de acuerdo en herir a gran parte de la sociedad que en hacer frente a los asesinos. Y crispa ver que hay grupos privilegiados por este poder que parecen haber formado un pacto con el poder para vivir subvencionados de la ofensa regular a otras partes de la sociedad. ¿Y no es crispación el miedo? Está repleta esta sociedad de listos incapaces de asumir riesgos que dicen tener miedo a quienes no les amenazan jamás. Está llena de quienes desde el insulto quieren dar consejos a los cristianos. Quienes desde el desprecio recomiendan discreción a las víctimas del terrorismo. Los que han acabado creyéndose que hubo víctimas mortales –humanas, no moluscos- en el Prestige y no se acuerdan de los muertos en el incendio de Guadalajara. Existe esa repugnante superioridad moral de quienes coquetean con fusilar al amanecer y jalean a Carrillo no ya por su labor tan meritoria en la transición que todos aplaudimos en su día sino por sus actitudes antifascistas en la Guerra Civil entre las que destaca la liquidación de siete mil inocentes en Paracuellos. El anciano Carrillo, otra vez en su salsa, presume muy significativamente ya mucho más de la guerra que de la transición.

¿Existe también crispación en los medios de comunicación?

Por supuesto y muy fundamentalmente. Pero aquí también se ha extendido ya en gran medida lo que antes he querido describir con la selección negativa. En el aparato del Estado suben espectacularmente gracias a ese poder de succión –existente en el PP, omnipresente en el PSOE y total en los partidos nacionalistas- que lleva al poder e influencia a gente con menos preparación, menos escrúpulos y sobre todo menos posibilidades de tener una vida medianamente decente y próspera fuera del fango político en el que han crecido y se han aupado. Este sistema de selección negativa lleva implícito un inmenso poder de intimidación. En esta sociedad mediática es imprescindible para ello la colaboración de los medios o su utilización. Es evidente que la para nada justificada hegemonía moral de la izquierda en España –ya rota en países como Francia, Reino Unido o Alemania- tiene el efecto de mantener como rehenes no ya a los autodenominados intelectuales sino en general al discurso periodístico. Hasta niveles grotescos. Y esto no cambió en absoluto en ocho años de Gobierno de la derecha en España. Llegados al punto de deterioro actual de la convivencia, uno de los resultados más concretos de la legislatura socialista, está claro que el rufianismo político de Pepinho Blanco –al que en absoluto son ajenos el presidente, su vicepresidenta etc- ha movilizado a mucha gente de similar catadura para su campaña de destrucción de una alternancia y por tanto una alternativa democrática al régimen frentepopulista que promueve la secta intelectual en torno a Zapatero. Cuando se tiene voluntad de gobernar contra la mitad de la población sin recurrir a los medios represivos más clásicos hay que fomentar la criminalización de esa mitad y sus representantes. En eso están el Gobierno y sus medios.

¿Los consumidores de información se olvidan de que la mayoría de los medios son empresas con ánimo de lucro?

No se olvidan. Pero también aquí juega un gran papel la intimidación, el miedo y las ganas de curarse de éste leyendo lo deseado e ignorando lo no apetecido. Las empresas saben que tienen mucho que perder si se oponen a unas fuerzas que promueven la idea de la imposibilidad de una alternancia política. Unas participan por convicción o interés, pero otras lo hacen por miedo. Una de las peores taras de la sociedad española es la falta de coraje cívico del mundo empresarial y económico. Y en los medios se refleja drásticamente.

¿Se puede ganar electoralmente la presidencia del Gobierno sin tener una mayoría de medios de comunicación favorables o, al menos, no contrarios?

No lo sé. Pienso que este país ha tenido caracteres capaces y que lo han demostrado, como Felipe González y José María Aznar. Éste último pecó probablemente de arrogancia al creer que podría volver a convencer a los españoles sin artimañas de que valía la pena apoyar el proyecto propio que tantísimo éxito había tenido en España en tantos frentes. La guerra de Irak quebró aquella apuesta. Rodríguez Zapatero es todo lo contrario. Pura artimaña, la solemnización y el amaneramiento de la nada absoluta. Trágico es que la sociedad española no lo perciba porque estoy convencida de que pagará un precio muy caro por ello. Tengo la profunda convicción de que Zapatero y el pensamiento tan débil como tóxico que emanan él y su gente son una desgracia para España, totalmente inmerecida, después de treinta años difíciles pero ejemplares.

El comunicado de ETA en forma de entrevista del pasado domingo deja alguna posibilidad de creer en el final dialogado de la organización terrorista?

Creo que ni el comunicado ni el proceso merecen más de una línea de respuesta. Pero responsable de esta situación no son los terroristas que son eso, terroristas, y estaban en gran parte convencidos de su derrota hace tres años y en pleno proceso de dispersión y de buscarse personalmente otras opciones de vida. Es el adanista de Zapatero, al que una constelación maldita convirtió en presidente del Gobierno, quien cree que todo lo inventa él en su profunda ignorancia y desde ese peculiar pensamiento mágico que alimentan unos supuestos intelectuales de corte, que son unos perfectos mamarrachos. Zapatero ha sido el principal motor de la reactivación de un monstruo que hoy ya, sin él, podría situarse cerca de estar momificado. De haberlo estado, quizás podría haberse afrontado el gran reto que le queda a la España democrática, que es el desalojo de los nacionalistas, esos grandes medradores del terror y del poder en el País Vasco. Pero hay momentos en los que creo que quizás sea tarde. La historia puede estar primando a quienes desde el nacionalismo o el socialismo sectario –o desde el indigenismo en Latinoamérica, o el islamismo en todas partes- han lanzado una nueva ofensiva contra las democracias abiertas como en los años veinte y treinta del siglo pasado.

¿El Gobierno de Zapatero ha asumido ya que no hay nada que hacer o todavía buscará resquicios?

Zapatero considera a ETA y al nacionalismo vasco, violento o no, parte de los aliados en su universo sentimental. En esa emoción sectaria del izquierdismo semiculto, Zapatero siempre considerará a un etarra como un revolucionario equivocado, pero al final recuperable para el frentepopulismo. Y una víctima del PP será de alguna forma un fascista muerto en accidente. Para el presidente del Gobierno, como para el radicalismo nacionalista catalán, no todos los muertos son iguales porque los hay éticamente superiores. Zapatero es un autista moral y político que no tiene cura. La gente debería tenerle más miedo.

¿Le sorprende la posición tan firme de Imaz, incluso más que Zapatero, a la hora de ponerle las cosas claras a Batasuna?

No me sorprende nada. Imaz es un posibilista que ve la realidad de otra forma que ese personaje siniestro que es Ibarretxe. Pero como le dijo una vez Imaz a Rosa Díez aquello de “lo hemos sentido como si fuera de los nuestros” en referencia a un Fernando Buesa que acababa de matar ETA, Imaz sabe también hacer diferencia entre los muertos. Nunca luchará por un Estado de Derecho fuerte y digno. Y siempre diferenciará entre unos muertos y otros. Como lo hará entre los vivos, vascos o no vascos. Vascos buenos o vascos éticamente inferiores. Imaz como Ibarretxe, saben que sin ETA no serían nadie. Como nadie habrían sido Zapatero y Blanco con un partido socialista digno, sólido y consciente de su historia y responsabilidad.

Todo indica que ETA volverá al tiro en la nuca y al coche bomba. ¿Significará un nuevo escenario político o regresaremos a la época de las condolencias y las condenas, mientras la puerta de una futura negociación se mantiene abierta?

Desde luego así es. Será una desgracia que vuelva a haber muertos. No será una desgracia que la sociedad española vuelva a ver la realidad de frente y se vea obligada a buscar el coraje para tomar decisiones ante la obstinada voluntad de una banda de asesinos y su inmensa corte de nacionalistas beneficiarios de acabar con la Constitución, con las leyes y la libertad individual. Mirar hacia otro lado o negar la realidad no nos ha neutralizado ni un solo peligro y ha aumentado las expectativas de los asesinos y sus cómplices. Creo que cuando hay que luchar el que se encuentra en peor situación es el que no se entera o no quiere enterarse. De ahí que la obstinada negación de la realidad por parte de Zapatero y los medios que lo han arropado haya sido un auténtico atentado contra la seguridad de los españoles.

¿El futuro político de Zapatero depende de ETA?

Lo mejor que puede sucederle a la historia de España es que Zapatero quede en trágica y grotesca anécdota. Por autoestima. Pero en todo caso Zapatero sabe que pierde y gana según quieran Txeroki u otros. Por eso hay que partir de que es un rehén de ETA. Quien es consciente de que su vida política depende ya del capricho o conveniencia de los asesinos –como por cierto dijo el propio presidente del CIS, Fernando Vallespín- , no está capacitado para gobernar a los españoles. Se ha convertido en un peligro él mismo.

¿El PP debería de variar en algo sus posiciones actuales?

El PP ha fracasado pese a su decencia fundamental en cuestiones como el terrorismo y el llamémoslo “dilema territorial” porque no es fácil reaccionar a errores fundamentales desde un principio traumático como el del 11-M. Eso no quiere decir que, como muchos por ahí dejan caer, el PP deba creer que su salvación está donde le recomiendan sus enemigos. Eso viene a ser como la reciente anécdota en la que todos los peores enemigos de la iglesia católica se lanzan a hacer un cuadro de conducta al Vaticano sobre cómo portarse con una parroquia que no les hace ni puto caso. Nadie invitó a esos curas a ingresar en el PCE, en la Asociación de Autores, Artistas y demás beneficiarios, en religiones alternativas o demás. No, era Ratzinger quien debía tragarse el que no se aceptaran las normas. Como decía Rosa Regás, esa gran figura de la literatura española que dirige la Biblioteca Nacional, el que no se adapte a las leyes vigentes que se joda. Hablaba por supuesto del rodillo oficial castellanófobo en Cataluña.

¿Cree que si ETA regresa a los asesinatos de cargos públicos y políticos seguirá manteniendo a los nacionalistas fuera de la diana?

Por supuesto. Son de los suyos. Salvo aquellos que intenten desmarcarse. La tranquilidad y la seguridad se compran día a día. A cambio de dosis de dignidad. Pero también protegerá a otros que también son suyos, como muchos socialistas. Éste es el único país civilizado donde la oposición lleva escolta y el poder no. Es ETA quien lo determina.

¿Habrá movimientos importantes en la sociedad vasca y española si ETA vuelve a asesinar de manera sistemática?

Ya hemos dicho que Zapatero depende en gran parte de los humores de ETA. Pero no veo una forma clara de salir de la situación actual. Creo que Zapatero, su pensamiento mágico y la secta de mediocres e irresponsables que tiene en su entorno, han hecho ya tanto daño al tejido de la sociedad española y a los mecanismos de encuentro de las fuerzas políticas y sociales, que será difícil reconducir esta deriva. Será muy difícil limitar daños y un largo esfuerzo de nuevo buscar una fórmula de invertir la tendencia del desencuentro y la liquidación de afectos territoriales, sociales e ideológicos. Repito que considero a Zapatero una tremenda desgracia para este país. Pero es una desgracia también que la sociedad no haya demostrado capacidad para reaccionar ante tanto desatino. Ha quedado inerme ante la deriva. Por ello insisto en que todos pagaremos caro lo que algunos han hecho. En todo caso y volviendo al principio, creo que sólo la desaparición de esa secta de la selección negativa –y habrá de ser en derrota electoral- nos puede hacer pensar en una tarea de reconstrucción de nuestra integridad y dignidad democrática.