31 diciembre 2005

PERMISO PARA CREER.- LA OFENSIVA LAICISTA Y EL FUTURO DE LA RELIGIÓN

[Juan Miguel Otxotorena Elícegui (San Sebastián, 1959) es el director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra desde el curso 1994-95.

Ha obtenido numerosos premios como arquitecto y tiene el mérito de unir su trabajo como profesional liberal y su labor docente, con su vocación de pensador y escritor. Muy conocidos son sus artículos publicados en diversas revistas, en los que reflexiona sobre cuestiones de actualidad. Siempre ha destacado por la agudeza de sus análisis y el amplio espectro de intereses intelectuales.

Hace unos meses publicó el libro "
Permiso para creer", que lleva como subtítulo "La ofensiva laicista y el futuro de la religión" (Ediciones Internacionales Universitarias, 167 pags., 2005). Analiza con rigor la evidente ofensiva laicista que están padeciendo los católicos. La sociedad de nuestros días padece las agresivas acometidas de un laicismo radicalizado que se crece ante la facilidad con la que alcanza conquistas increíbles en el ámbito de la opinión pública y en la configuración del ordenamiento social. La religión sufre así un intenso acoso: se la presenta como una reminiscencia del pasado y poco menos que como un potencial enemigo de la razón, la democracia y la libertad.

En este libro se muestra, con una exposición a la vez clara y respetuosa, desapasionada y firme, cómo la realidad es justo la contraria; y que es precisamente la religión uno de los puntos de apoyo más sólidos para la promoción y defensa de la libertad, de la propia democracia y de la misma lógica racional.

Como ha escrito Jaime Noguera en La Gaceta de los Negocios:
Un ensayo tan comprometido, claro y razonado como positivo. Comprometido porque afronta la interpretación de la realidad sin hacer concesiones a la conveniencia, al relativismo cultural y moral; claro porque se entiende de manera sencilla: el autor se explica y hace comprender sin recurrir a conceptos abstrusos, sigue la máxima de que todo se puede contar por lo fácil, es cuestión de tener las ideas claras y voluntad de explicarse; razonado porque fundamenta sus posiciones, argumenta con motivos y valores y justifica lo que dice; y positivo porque busca siempre una salida a los problemas en la calidad intrínseca de la vida del hombre que se asume como tal.

En palabras del Papa Juan Pablo II, el laicismo se atribuye la representación de "la voz de la racionalidad". Y esto es precisamente lo que se discute aquí, con argumentos que emplazan al laicismo a enfrentarse a sus ocultas pero flagrantes y decisivas incoherencias y contradicciones.

El libro no sólo plantea las cuestiones que se debaten, sino que muestra las trampas ideológicas del laicismo, señala alternativas superadoras y aporta sugerencias para que cada uno siga pensando rectamente por su cuenta. Dice Otxotorena en la presentación que las páginas de este libro no son defensivas, se pretenden proyectivas. No son un pliego de descargo. Y menos aún el esforzado y convencido alegato de la defensa en un juicio en que las cosas se le hubieran puesto cuesta arriba. Sugieren, en germen, toda una propuesta positiva de futuro.

Está estructurado en tres partes:
  • LA ENCRUCIJADA (pp. 21-65)
  • LA OFENSIVA (pp. 69-106)
  • LA RESPUESTA (pp. 115-151)

Reproducimos aquí el prólogo del libro -escrito por Alejandro Llano-; de él entresacamos a continuación algunos párrafos significativos:
  • Desde diversos ángulos y de manera sistemática, los puntos doctrinales y éticos más sen­sibles para los creyentes están siendo atacados; no con un simple afán propagandístico, sino con el propósito de cambiar radical­mente los ordenamientos jurídicos y los usos culturales.
  • El libro de Juan Miguel Otxotorena constituye el mejor intento que conozco de analizar este sorprendente empeño y, sobre todo, de oponerse a él con una argumentación acerada.
  • Se trata de un alegato pegado a la más inmediata actualidad, cargado de realismo y de buenas razones.
  • Su característica más fascinante, a mi juicio, es la carencia de apasionamiento. No abandona en ningún momento una actitud presidida por la objetividad. No faltarán algunos a quienes les parezca que, en cuestiones tan candentes, no cuadra bien su distanciamento emocional. Y, sin embargo, no es otro el secreto de su extraordinaria fuerza.
  • Otxotorena no pone su implacable ca­pacidad de examen y razonamiento al servicio de otra causa dis­tinta de la verdad de las cosas
  • Con una mente clara y prosa transparente, Otxotorena desgra­na sus razones ante todo el que quiera seguirlas. No deja cabos sueltos ni hace trampas retóricas. Elabora arquitectónicamente sus construcciones racionales y pone al lector en situación de que él mismo ensaye sus propios argumentos.
  • Se trata, en definitiva, de un libro inteligente, necesario y oportuno, que merece ser leído como una aportación de primer orden al debate de ideas que nuestro país merece y que todavía echamos en falta.
Aconsejo vivamente la lectura de este libro a todo ciudadano demócrata -creyente o no creyente- que quiera conocer la solidez argumental de las dos posiciones; y así se anime quizá, superando el sopor mental, a participar activamente en el debate de ideas que nuestra sociedad está pidiendo a gritos.

#262 Varios Categoria-Varios: Etica y Antropologia

por Juan Miguel Otxotorena
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Uno de los fenómenos sociales más inquietantes y sorpren­dentes de la España actual consiste, sin duda, en la ofensiva laicista que están padeciendo los católicos. Desde diversos ángulos y de manera sistemática, los puntos doctrinales y éticos más sen­sibles para los creyentes están siendo atacados; no con un simple afán propagandístico, sino con el propósito de cambiar radical­mente los ordenamientos jurídicos y los usos culturales. Los re­sultados de esta acción sin precedentes ya se dejan sentir, sin que parezca que el vendaval tenga visos de cambiar.

El libro de Juan Miguel Otxotorena que el lector tiene entre sus manos constituye el mejor intento que conozco de analizar este sorprendente empeño y, sobre todo, de oponerse a él con una argumentación acerada. Se trata de un alegato pegado a la más inmediata actualidad, cargado de realismo y de buenas razones. Su característica más fascinante, a mi juicio, es la carencia de apasionamiento. No abandona en ningún momento una actitud presidida por la objetividad. No faltarán algunos a quienes les parezca que, en cuestiones tan candentes, no cuadra bien su distanciamento emocional. Y, sin embargo, no es otro el secreto de su extraordinaria fuerza. Otxotorena no pone su implacable ca­pacidad de examen y razonamiento al servicio de otra causa dis­tinta de la verdad de las cosas. Por eso queda al reparo de toda sospecha de sectarismo.

El nudo de su dialéctica estriba en mostrar una paradoja, que roza la contradicción, en la misma entraña del laicismo ideológi­co y radical. Con un pretendido aire descomprometido y neutral, supuestamente ajeno a todo dogmatismo, se apela al derecho fun­damental de todos los ciudadanos para practicar cualquier reli­gión o no practicar ninguna. Lo malo es que este alegato se reali­za con tal cerrazón y violencia que se acaba negando a los propios ciudadanos el derecho humano fundamental de vivir li­bremente sus convicciones religiosas. Todo se vuelve obstáculo para que puedan exteriorizar su fe, para que se les permita trans­mitir a sus hijos las más hondas creencias, para que organicen con tranquilidad la vida familiar de acuerdo con sus convicciones morales, para que las leyes no parezcan presuponer una pobla­ción agnóstica o atea. Son fenómenos que aparecen todos los días en los medios de comunicación, pero que sus promotores niegan que tengan otra intencionalidad distinta de la de llevar por fin a la práctica las previsiones constitucionales.

El asombro se hace aún mayor cuando se acude a la propia Constitución y se advierte inmediatamente que su texto no tiene nada de laicista. La nuestra es una Constitución no confesional, respetuosa con todas las religiones, en la que no falta una especial mención precisamente a la Iglesia católica. Ya se ve que el laicis­mo no procede del espíritu de las leyes, ni siquiera de la voluntad de los ciudadanos. Pero tampoco sería muy realista ni sensato acudir a la reaccionaria teoría de la conspiración. Y Juan Miguel Otxotorena es un demócrata de toda la vida, al que no parece que le vaya nada el recurso a fantasmagóricas persecuciones.

Lo que queda más cuestionado en este libro es justo el talante democrático de los promotores de un laicismo tan fuera de lugar y de tiempo. Porque, en lugar de impulsar el libre juego de las li­bertades cívicas, se empeñan en una especie de pedagogía ilustra­da, con ribetes totalitarios, poseída de la misión de liberar a los españoles de su infantilismo mental.

El autor de este lúcido libro no se dedica, sin embargo, a rea­lizar juicios de intenciones. Piensa que el laicismo militante es más un error que una malevolencia. Y busca las causas sociológi­cas profundas que se pueden detectar en la raíz de tal suerte de actitudes. Entre ellas destaca el afán de una autonomía individual tendencialmente ilimitada, que rechaza orientaciones y tutelas. El ambiente cultural en el que este fenómeno florece es el de un consumismo emergente que sólo admite las reglas del mercado y de las propias preferencias. Como decía Edmund Burke, el dinero se ha convertido en el sustituto técnico de Dios y transforma a to­dos los valores en intercambiables.

Con una mente clara y prosa transparente, Otxotorena desgra­na sus razones ante todo el que quiera seguirlas. No deja cabos sueltos ni hace trampas retóricas. Elabora arquitectónicamente sus construcciones racionales y pone al lector en situación de que él mismo ensaye sus propios argumentos. Nunca teme hacer vul­nerables sus inferencias, sino que más bien se goza en encontrar los puntos débiles de las argumentaciones que propone, para in­tentar reforzarlas en una segunda vuelta de tuerca.

Se trata, en definitiva, de un libro inteligente, necesario y oportuno, que merece ser leído como una aportación de primer orden al debate de ideas que nuestro país merece y que todavía echamos en falta.

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